¡Atención, petrolheads! Agárrense los calzones porque vamos a hablar de un juguetito que BMW nos lanzó al ruedo y que, honestamente, me hace babear más que un perro con un hueso: el BMW M2 CS.
Imaginemos al antiguo M2, ese pequeño demonio que ya era un festival de derrapes y adrenalina pura. Era buenísimo, ya lo sé, pero éste M2 CS es como si el M2 original se hubiera graduado con honores en la universidad nacional de la velocidad y el placer.
La diferencia se nota desde el primer vistazo, y no es solo que ahora viene con más fibra de carbono que un cohete espacial. Y no sólo eso: menos peso y componentes específicos pensados para mejorar su rendimiento en circuito y las calles.

Vamos a los bifes…
Bajo ese capó musculoso, que ahora es más liviano gracias al bendito carbono, late el corazón del S55, sí, el mismo motor del M4 Competition. Hablamos de un seis cilindros en línea biturbo que entrega la friolera de 450 caballos de fuerza. Cuarenta caballos más que el M2 Competition, que ya era un balazo.
Esto no es solo un aumento de potencia; es una patada en el culo, que te pega al asiento y te hace reír como a mi cuando era chico viendo “El Chavo del 8”. El sonido es, por supuesto, una delicia: ya no pondré una y otra vez el cassette de Gino Vanelli y repetiré “Black Cars” hasta que me harte…..sólo encender ese motor y darle una pisaditas al acelerador me produce más satisfacción… aunque los vecinos me rompan las tarlipes.

Dejáme que te siga contando del motor: se trata en principio del mismo bloque seis en línea de 3.0 litros que ya conocemos, el que con su doble turbo (sí, uno para cada trío de cilindros, porque la simetría es importante hasta para la locura), la inyección a 350 bares (¡casi la presión de un buzo en las profundidades del océano!) y los sofisticados sistemas Valvetronic y Doble-Vanos, ya era una máquina. Pero aquí viene lo bueno: su rendimiento no solo creció, ¡explotó! Le enchufaron 50 CV y 50 Nm extra, alcanzando la cifra de 530 CV y 650 Nm de par. Es como si ya tuvieras un cohete y le pusieran un propulsor nuclear de regalo. Tal cual.
En cuanto al chasis, ese esqueleto que mantiene todo en su sitio mientras el coche baila en el asfalto, BMW no boludeó con chiquitas. Para empezar, le bajaron la altura en unos precisos 8 mm. ¿Para qué? y..para pegarlo más al suelo, obvio, como chicle en zapato nuevo, mejorando ese aplomo de auto bajito, pero sin caer en lo ordinario.
Pero no se quedaron ahí; la electrónica también recibió un máster-touch. Los ajustes del Control Dinámico de Estabilidad y del Modo Dinámico M fueron ajustados con una precisión de cirujano. Ahora, el M2 CS es todavía más permisivo con las huevadas que puedas hacer al volante, peeeero… sin dejarte en banda. Es como tener un ángel guardián que, en lugar de decirte “no”, te susurra al oído “ehhh..paraaá un cacho”.
Y como si fuera poco, para que cada movimiento fuera digna de una foto, tanto la dirección como el diferencial y el sistema de frenos fueron adaptados para soportar ese tsunami de potencia extra. El M2 CS viene de serie con unos discos M Compound, que son una maravilla para frenar en un pañuelo. Pero si querés llevar la cosa al siguiente nivel, y tenés un riñón de sobra, podés optar por los frenos carbocerámicos. Esos sí que te van a dejar pegado al parabrisas, y te van a duraruna banda… tanto que tus nietos los seguirán usando. Todo en este chasis está diseñado para que te sientas el rey de la pista, aunque solo estés yendo a comprar el pan a media cuadra de tu casa.

Pero, claro, BMW no se quedó piola sólo con la potencia; también se propusieron meter al M2 CS en un programa para bajar de peso. Y lo consiguieron. Lo hicieron a base de meterle toda la fibra de carbono que pudieron, hasta en la sopa: los espejos retrovisores, el difusor trasero y hasta las butacas delanteras son de este material. Y como si eso no fuera suficiente, recurrieron al plástico reforzado con fibra de carbono (CFRP) para la tapa del baúl (que, por cierto, viene con un alerón tipo “cola de pato” que es puro estilo) y la consola central.
Con todos estos truquitos, y con unas llantas de aluminio forjado de 19 pulgadas adelante y unas de 20 pulgadas atrás (porque el tamaño sí importa en este caso), el nuevo modelo logró adelgazar unos 30 kg menos que su predecesor. Y lo mejor de todo es que esta dieta extrema no sacrificó ni una pizca de confort ni de tecnología. Seguís teniendo tu climatizador bizona para que ni vos ni el copiloto transpiren, acceso confort para que no tengas que buscar la llave, un sistema de sonido Harman Kardon, un head-Up Display con realidad aumentada para que te sientas en un videojuego y el flamante sistema operativo BMW 8.5.


Y la frutilla del postre, esa combinación mágica de dieta rigurosa y músculo desatado: este reducido peso, junto con el aumento de rendimiento del motor, convierte al M2 CS en un misil. Le permite pasar de 0 a 100 km/h en unos ridículos 3,8 segundos. Y si eso te parece poco, alcanza los 200 km/h en apenas 11,7 segundos. Así, puede volar hasta los 302 km/h si sos de los que eligen el “M Driver’s Package” (si no, la electrónica, esa mala onda que siempre está presente, te lo deja limitado a unos modestos 250 km/h).
Habrá que esperar el precio que seguramente, no será accesible, pero lo que sé es que pronto BMW comenzará a fabricarlo en México.