El Toyota Supra, ese deportivo que reanimó un nombre legendario con una pizca de origen teutón y una buena dosis de debate, siempre ha sido un auto de contradicciones y pasiones encontradas. Y cuando se empieza a susurrar sobre una “Final Edition” para el 2026, uno no puede evitar una sonrisa irónica. 

¿Final Edition? Pero si a este muchacho lo acabamos de conocer hace nada, ¿no? Pareciera que los autos, como los ciclos de la vida, apuran el paso, y de repente, ya estamos pensando en la despedida de un modelo que aún tiene olor a nuevo.

La idea de una edición final para el A90, con la firma de Gazoo Racing (GR), aunque aún no confirmada por los dioses automotrices de Toyota con un sello oficial y un gong resonante, nos invita a una suerte de melancolía filosófica. Si este bicho, que llegó al mundo después de una espera eterna y con el ADN compartido de un conocido bávaro, ya estuviera pensando en sus últimas glorias, ¿qué nos diría sobre la fugacidad del presente? Seguramente, una Final Edition sería como un último gran chiste interno de Toyota, un guiño a los coleccionistas y a aquellos que disfrutan de las rarezas.

Y así sería el negocio: unas 300 unidades fabricadas en 2026 por un vuelto….apenas U$SD 150.000. Es poco o mucho? El dilema ya está en el aire, pero lo seguro es que esos 300 autos van a volar al ritmo del Zonda.

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Para garantizar las condiciones óptimas incluso cuando se lleva al límite en la pista de carreras, Toyota implementó soluciones para mejorar la refrigeración y el flujo de aire en este Supra.

el Toyota GR Supra A90 Final Edition es ese bicho que nos genera la pregunta existencial de si ya le llegó la hora o si simplemente le gusta hacer ruido. Si es que esta “edición de despedida” se digna a aparecer, ¿qué podría traernos para ese último baile, más allá de la melancolía y una buena dosis de humor?

Uno se imagina que por fuera, este Supra no iría a revolucionar la rueda, pero sí le pondrían su mejor traje de gala. Seguramente lo veríamos con un color exclusivo, de esos que te hacen sacar el celular para una foto obligada, un tono que no se ve todos los días y que le dé ese aire de “soy el último y lo sé”. Las líneas musculosas que ya tiene, heredadas de su primo alemán, se acentuarían con detalles sutiles, pero estratégicos. Podríamos esperar la proliferación de piezas de fibra de carbono por todos lados: en el splitter delantero, los faldones laterales, quizás un alerón más prominente pero elegante, y las tapas de los espejos. Todo esto, claro, para que se vea más “de carrera” sin que realmente lo sea en el día a día. Y ni hablar de unas llantas especiales, con algún diseño exclusivo que grite “Final Edition” sin necesidad de que te lo claven en la frente.

Lo que más destaca a nivel visual del nuevo A90 Final Edition es su desarrollo aerodinámico, cercano al de un coche de competición como el Supra GT4 con el que la marca compite a nivel internacional.

Aún asi, el Supra se lleva todas las miradas: el alerón trasero fijo con soporte de tipo doble cuello de cisne está fabricado en fibra de carbono y le da apoyo a la parte posterior del coche a alta velocidad. 

Adelante encontramos unos splitter en los laterales del  faldón delantero, así como una toma de aire en el centro del capót que, al desmontar su placa interior de fibra de carbono, permite refrigerar mejor el motor.

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El negro mate es el único color disponible para esta versión especial del Supra, sólamente disponible para japoneses y europeos.

Por dentro, la cosa seguiría la misma línea de una despedida con estilo. Pensaríamos en unos tapizados exclusivos, quizás con una combinación de Alcantara y cuero de algún color contrastante, que se sienta un poco más “premium” de lo habitual. Las costuras, claro, serían del mismo color del exterior, para que todo combine y quede lindo para la foto. Y no faltaría la clásica placa numerada con el “1 de 72” (o la cantidad que se les ocurra), porque si es una edición final, tiene que ser limitada para que el dueño se sienta realmente especial. Las pantallas, las mismas de siempre, pero quizás con alguna animación de inicio “de despedida” o un fondo de pantalla exclusivo, un detalle mínimo para decir “hasta luego”.

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En cuanto a lo que hay bajo el capó, ese confiable 3.0 litros de seis en línea, con  turbo, (el B58, no lo nombramos mucho pero lo conocemos)  para la ocasión, y por la “seriedad” de ser una edición final,  lleva un “par de caballos más” para que los puristas sientan que algo cambió, aunque en el asiento sea más una sensación psicológica que una diferencia real. Pasa de los 340 a 441 CV, mientras el par motor aumenta de 500 a 570 Nm. Todo ello se traduce en una mejora de las prestaciones, y alcanza 275 km/h a pesar de llevar la caja de cambios manual de 6 velocidades en lugar de la automática de 8 de las versiones normales.

El manejo, ese equilibrio que ya tiene entre comodidad y deportividad, seguramente no se tocaría mucho, no vaya a ser que le cambien la personalidad justo en la recta final. Y la opción de caja manual o automática, bueno, esa opción se mantiene en pié y de eso dependerá de si quieren ser puristas hasta el último suspiro o si quieren que todos puedan disfrutarlo.

Con semejante músculo extra, uno no puede pretender que el chasis de serie se la banque sin chistar, ¿verdad? No, señor. Para que este bicho no salga volando en la primera curva o para que no se descontrole como un potrillo salvaje, claro que hubo que meter mano grande en todo el chasis y darle una puesta a punto grande. Y acá viene la parte más interesante: le calzaron unas suspensiones KW Clubsport V3. ¿De dónde salieron? Nada menos que del mismísimo Supra GT4 de competición. Imaginate, es como ponerle zapatillas de corredor profesional a un flaco que apenas trotaba.

Y por si fuera poco, para que el ingeniero de turno o el dueño más meticuloso no se aburra, estas suspensiones traen la friolera de 16 ajustes para el rebote y otros 12 para la compresión: para que te entretengas más tiempo regulando que manejando, buscando ese punto dulce que, quizás, pocos mortales sientan la diferencia, pero que queda bárbaro en la ficha técnica.

Para hacer que el auto se sienta más conectado al conductor y responda con mayor precisión, no se anduvieron con chiquitas. Le metieron barras estabilizadoras delanteras más gruesas, ajustaron la inclinación de las ruedas de adelante (eso que se llama “ángulo de caída”) y recalibraron el diferencial para que, bajo ninguna circunstancia, el auto se te vaya de trompa en las curvas.

Además, la dirección asistida eléctrica también recibió un mimo especial, dejándola más directa y con una puesta a punto exclusiva para esta versión. Y por si todo este festival de mejoras fuera poco, en el baúl le pusieron unas barras transversales que le dan una rigidez extra a la parte de atrás. De hecho, es el mismo subchasis de aluminio que usan en el GR Supra GT4 de competición.

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Del Toyota GR Supra A90 Final Edition solo se producirán 300 unidades para Europa a 150.000 euros de precio cada una. No descubrimos nada si decimos que es un precio alto, casi el doble de lo que cuesta un GR Supra convencional hoy en día (78.000 euros), pero lo que dudamos es que todo el equipamiento que incluye esta versión y lo exclusivo que es llegan a justificar el precio.

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