La falta de semiconductores sería el problema, y también por los bloqueos que están sufriendo sus proveedores por una nueva ola de COVID-19 en Shanghái.
Toyota ha tenido que recortar otros 50.000 vehículos de su plan de producción, que para junio queda reducido a 800.000 vehículos. Hace apenas unos días, ya anunció la reducción de unos 900.000 automóviles a 850.000.
Si el número de unidades producidas por Toyota en Japón sigue bajando, además de ver cómo caen en picado sus ingresos, la multinacional se verá obligada a seguir alargando las listas de espera de sus clientes, que en algunos mercados ya superan en muchos casos los 10 meses.
En lo que llevamos de 2022, esta es la segunda vez que Toyota se ve obligada a detener la actividad de sus plantas en Japón, después de que el pasado mes de febrero uno de sus principales proveedores sufriera un ciberataque que le costó miles de vehículos.
Una muestra más del impacto que tiene el país asiático tiene no solo en la oferta y la demanda, pues el chino es el mercado automotriz más grande del mundo y un gigante en términos de fabricación global.